Responsabilidad personal: ¿conoce su propia influencia?

Todos nosotros influimos en alguien. Puede que no seamos líderes, pero estamos en el liderazgo. Puede que no seamos poderosos pero tenemos poder. Puede que no tengamos responsabilidad pero somos responsables. Un viejo adagio dice: "Ningún hombre es una isla". Incluso aquellas personas que viven los estilos de vida más aislados han influenciado a alguien, están influenciando a alguien o influirán en alguien. No puedes ser humano y no influenciar a alguien o algo en tu mundo. ¿Conoces el poder de tu responsabilidad personal y la influencia que tienes en el mundo que te rodea? 

 

Como padres, influimos en nuestros hijos. Los expertos en la primera infancia nos dicen que la personalidad de un niño está determinada por la edad de 5 años, y en esos primeros años de preescolar, los niños sientan las bases de todo lo que necesitarán aprender para el resto de sus vidas. Mientras observan a sus padres o a los adultos importantes en sus vidas, aprenden mientras les enseñamos valores, morales y comportamientos que ven retratados en nosotros. Influimos en nuestros hijos de más maneras de las que a veces entendemos. 

 

Como miembros de un equipo de trabajo, influimos en las personas con las que trabajamos todos los días, incluso si no tenemos una responsabilidad de liderazgo sobre ellos. A medida que interactuamos y trabajamos con nuestros colegas, desafiamos la ética y los hábitos laborales. Ayudamos a los colegas a aprender nuevas formas de hacer su trabajo y abordar la gestión del tiempo de una manera nueva. Nuestra influencia puede ayudar a crear un ambiente de trabajo armonioso y feliz, pero la falta de enfoque del equipo por parte de cualquier miembro o miembros de un lugar de trabajo puede crear un ambiente de hostilidad y celos que reduce la productividad y aumenta la satisfacción laboral. 

 

Cuando nos damos cuenta de la influencia que tenemos consciente o inconscientemente sobre otras personas, estamos más dispuestos a aceptar la responsabilidad personal por nuestras acciones y reacciones ante circunstancias y situaciones particulares. Nos reta a considerar las necesidades de los demás y la consecuencia de nuestras acciones y palabras. 

 

Sin embargo, hay quienes viven con una visión muy centrada en sí mismo. Esta actitud se caracteriza por anuncios en televisión que sugieren que tenemos todo el derecho de centrarnos en nuestros derechos personales y de satisfacer nuestros sueños y deseos. No hay nada fundamentalmente malo en esta actitud a menos que en el proceso olvidemos que no somos una isla y que lo que hagamos siempre influirá en los demás. Lideramos a otros con el ejemplo.